Salud y Bienestar

Tiene 21 años y desarrolló un prototipo para ayudar a las personas con diabetes

martes 1 de septiembre de 2020 - 12:10
Según la Federación Internacional de Diabetes, 4 millones de argentinos sufren esta enfermedad, y, de ellos, 400 mil aproximadamente son insulinodependientes. Los datos son una recopilación de Samsung, la firma de tecnología que a través de un programa para potenciar el compromiso de los jóvenes con la generación de soluciones científicas a problemas cotidianos inspiró a Valentina Avetta, una argentina de 21 años. Valentina es de San Nicolás de los Arroyos y tiene diabetes del tipo 1; es decir, necesita inyectarse insulina para mantener sus niveles de azúcar en sangre en los niveles normales. Lo descubrió cuando tenía 12 años y ya al poco tiempo de enterarse esta patología le hizo vivir una experiencia no grata. Fue durante unas vacaciones en la playa con su familia. Era un día caluroso y aunque había seguido todas las recomendaciones de su médico para estar sana, no se sentía bien. Más tarde descubrió que el malestar que sintió esa fecha se debía a una interrupción en la cadena de frío de la sustancia que se había estado inyectando. Una infancia llena de experimentos con sus hermanas en el patio de su casa la ayudó a imaginar alternativas posibles para este inconveniente. En 2016 vio en Facebook la convocatoria de "Soluciones para el Futuro" -el concurso de la empresa surcoreana- y compartió con una amiga sus ganas de postular una idea que había estado desarrollando en su cabeza desde aquel incidente de viaje. Tiempo después no solo fue elegida como la ganadora del certamen sino que comenzó a estudiar Bioingeniería en la Universidad Nacional de Entre Ríos y terminó creando un prototipo de sensor termocrómico; es decir, un dispositivo que cambia de color tras un aumento de la temperatura, permitiendo así detectar rápida y fácilmente a aquellas dosis de insulina que perdieron su cadena de frío -deben conservarse entre los 4° y los 8°C cuando están cerradas y hasta los 30°C una vez abiertas. La mamá de Valentina es arquitecta y su papá, empleado en un supermercado, por lo que ella cree que su gusto por la ciencia lo desarrolló por mera curiosidad. "Después me enteré de lo que era, cuando conocí las matemáticas", aclara. Para llegar al prototipo que presentó hace poco leyó libros y artículos científicos, contactó a investigadores y profesores y fue probando y descartando hipótesis. Además contó con la ayuda de la facultad a la que asiste y la guía de muchos especialistas del CONICET para plantear diversos experimentos y conseguir los materiales necesarios para llevarlos a cabo. A su vez, Samsung le donó algunos equipos que instaló en un laboratorio de la universidad en la que estudia. El año pasado le dedicó 7 horas semanales a hacer pruebas, pero por la pandemia de coronavirus ahora pasa sus días ocupándose de la elaboración de protocolos e informes desde su departamento.